martes, 21 de diciembre de 2010

DIAS DE LUZ

¿Brillas en la oscuridad o es de día en la memoria cuando cerramos los ojos?
("El pergamino de la seducción")

GIOCONDA BELLI

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

sábado, 4 de diciembre de 2010

EVOCACIÓN

Eran las nueve de la mañana en España, me encontraba en casa, aun acostada aunque despierta, pues estaba pendiente de mi móvil, esperando ansiosa cualquier señal tuya. El teléfono sonó, me saludaste con unos buenos días, yo contesté en voz baja entre pudorosa y sensible, aun no estaba acostumbrada ni a tu voz ni a tus llamadas, todo era tan nuevo…
Te encontrabas por cuestiones de trabajo en Senegal, en ese momento en la habitación del hotel donde te alojabas, me preguntaste - ¿qué haces? Yo conteste, - aun estoy en la cama y solté una carcajada nerviosa, tú sonreíste también y añadiste – pues yo estoy en la bañera tomando un baño caliente, hago tiempo hasta que vengan a recogerme.
Yo empecé a reconocer el sonido del agua cuando agitabas tus manos, te comenté que también me bañaría cuando me levantara. Mi imaginación aprendió a volar en aquella época. Nos dedicamos una conversación deliciosa donde las preguntas y las respuestas eran absolutamente insinuantes y seductoras, algo especial nos estaba ocurriendo y su definición adoptaba nombre propio, deseo…
Al menos yo lo sentía en mi propio cuerpo. Mientras me hablabas y me contabas anécdotas de tu viaje, no podía dejar de imaginarte en esa bañera, desnudo, tu mano jugando con el agua, derramándola por tu pecho a la vez que me preguntaba cómo sería tu cuerpo, grande seguro, blanco de piel, de espaldas anchas y vello rubio al igual que tu pelo, apoyado en un costado de esa bañera llena de espuma que acariciaba tu piel.
Mi cuerpo empezó a reaccionar, cuando me quise dar cuenta estaba fuera de las sabanas, uno de mis pechos se había salido por el escote de mi mini camisón y su pezón eréctil reclamaba caricias. Obedeciendo a los estímulos que en ese momento se repartían por todo mi ser, empecé a acariciarme, con los ojos cerrados, embobada
en tus palabras, a veces hacías pausas como cuando no se sabe que decir y a la vez se quiere decir todo, entonces yo reaccionaba apurada porque no te percatases de mi estado. Esa mañana me arrastraba entre los sentires de una excitación incontrolada y la idea de sentirte desnudo, tan cerca y tan lejos de mí, yo quería pasar al otro lado, ser el agua, tu gel, ser la esponja que rozara tu cuerpo mojado, para más tarde ser la toalla que secara tu humedad, pararme en tus labios y sumergirme en tu boca, descifrando sabores…
Me costaba procesar todo lo que estaba sintiendo y descubriendo, tanto de mí como de ti, ese deseo me embriagaba por completo, enseñándome caminos nuevos donde mi sexualidad parecía acabarse de conocer, en una edad donde sentía que mi cuerpo hervía en pasiones nuevas, y me llevaban al más salvaje deseo que jamás había sentido por un hombre, asustada y a la vez maravillada, decidí dejarme llevar por las experiencias que se presentaban, comencé a descubrirme, a vivir una nueva intimidad donde mi sexo y yo éramos cómplices absolutos de la lascivia que provocabas en mi cuerpo.
Unos golpes sonaron en la puerta, tú asombrado dijiste: - Vienen a buscarme, te tengo que dejar, luego te volveré a llamar. Yo aun atontada por tanto sentir te dije – Vale, espero tu llamada. Un beso...
Nos despedimos.
Aun en la cama, mis manos recorrieron mi cuerpo, eran como si tuvieran vida propia y ni yo misma las pudiera controlar, al llegar a mi sexo este estaba hinchado, caliente, tan lleno de deseo que al tocarlo mi dedo se hundió en su profundidad, calado de mi excitación comencé a acariciar mi clítoris y ahí empecé a disfrutar del ritual de pensarte y dedicarte mis orgasmos, mientras que imagino que son tus dedos, tu boca, tu sexo, los que me dan el más maravilloso de los placeres convertidos en unos intensos e inimaginables orgasmos.
Me enloquecía sentir el hambre de nuestros cuerpos, la sed por devorarnos las bocas, la necesidad por acoplar nuestros sexos. Quería oler a tu lascivia y empacharte de mi pasión en la locura de tus madrugadas, que tú fueras la razón de mis sueños y hacernos el amor hasta que el amanecer nos cubriera exhaustos de nosotros mismos.

Amanteceres
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lunes, 22 de noviembre de 2010

MON PETIT

Llevaba meses detrás de pasar un fin de semana en Paris y por fin llego el ansiado momento, una de mis mejores amigas tuvo un imprevisto de última hora y no me pudo acompañar, pero eso no fue motivo para que yo anulara el viaje, por otro lado no me importaba estar sola en la ciudad del amor, no precisamente allí, una ciudad llena de posibilidades para disfrutar al máximo, más bien seria que el tiempo pasaría volando y yo me quedaría con ganas de mas... Ya alojada en un hotelito bastante romántico por cierto, me dispuse a pasear por la ciudad, no tenía prisa ni nada en concreto que visitar, pues no era mi primera estancia en Paris, por lo que decidí relajarme entre sus calles y avenidas mezclándome entre la gente, disfrutando del colorido de las floristerías que sacan a las aceras cientos de flores y plantas a cual más impresionante, o de impregnarme en el aroma que salen de las pastelerías, donde sus escaparates invitan a pasar a su interior para deleitarse con todo tipo de dulces. Tras un largo paseo decidí hacer un descanso en algún estupendo café de los que esta ciudad ofrece a sus viandantes, tenía sed y me apetecía tomar algo, por suerte encontré uno precioso, situado en un lugar único, en el corazón del Louvre, bajo las arcadas y al frente de la gran pirámide. Ubicado en uno de los ambientes más encantadores de París, sus salas habían sido decoradas al más puro estilo Napoleón III, y su fabulosa terraza sombreada abierta al carrusel daba al establecimiento un ambiente bastante elegante. Me acomodé en una de las mesas de la amplia terraza, mientras esperaba al camarero observé a mi alrededor, el sol estaba radiante, la temperatura era muy agradable, motivo para que las terrazas estuvieran concurridas de gente, cerca de mí, justo dos mesas por delante, había un grupo de hombres tres en concreto, más o menos de mi edad, me di cuenta que el del centro me miraba fijamente, algo que me llamó la atención pues mientras que los otros charlaban el permanecía en silencio con la mirada fijamente en mi. Llegó el camarero, le pedí para tomar un café con leche y una porción de tarta de manzana, mi francés no es que sea muy fluido pero si es lo suficiente para defenderme en este tipo de cosas, además por suerte mi teléfono lleva traductor lo cual siempre es una ayuda. Por un momento me olvidé del desconocido pero tenía la sensación de que estaba siendo observada, con la ventaja de mis amplias gafas de sol pude mirar de nuevo disimulando la intención, dos de los hombres se habían ido, solo quedaba el del centro y esta vez no solo miraba sino que hizo un movimiento con la cabeza a modo de saludo sonriendo a la vez, yo me hice la despistada, en ese momento llegó el camarero con el encargo. Entre sorbos de café y bocaditos de pastel empezó un cruce de miradas cada vez más insinuantes. Se levantó de golpe encaminándose hacia mí, lo que veía me gustaba cada mas, se acercaba, era un hombre alto, delgado, pero de hombros anchos seguramente consecuencia de horas de gimnasio; su pelo negro, largo, y rizado llamaba la atención, era evidente que lo tenía bien cuidado, se paró justo en frente de mi a la vez que se quitaba las gafas, dejando al descubierto unos enormes ojos negros poblados de unas espesas pestañas, un hombre muy atractivo de tez morena y barba de varios días... -Bonjour belle dame! Parlez-vous français?(Buenos días bella dama, ¿habla usted francés?).
-Bonjour monsieur! Oui,un peu.(¡Buenos días caballero! Sí, un poco).
-Êtes-vous en espagnol! Je parle un peu, nous comprenons, bien sûr ... «Je peux?
(¡Es usted Española! Yo hablo un poquito, nos entenderemos, seguro... ¿puedo?).
Apartó una silla con la intención de sentarse.
-Oh oui, s'il vous plaît...(Oh sí, claro, por favor...).
-Merci (gracias).
A continuación comenzó una conversación mezcla de francés y español la cual nos permitía comunicarnos sin ningún problema. Tras una charla de lo más interesante y divertida decidimos dar un paseo. Desde la plaza central nos dirigimos hasta Le jardin des Tuileries (El Jardín de las Tullerías). Es un vasto jardín abierto al público que ofrece unos bonitos paseos. Se sitúa en un enclave muy concurrido de París: entre la Plaza de la Concorde y el Museo del Louvre. Así que, aunque no quieras te topas con él. Muchos bancos y sillas a lo largo del jardín permiten sentarse tranquilamente a disfrutar del entorno.
Sin darnos cuenta nos adentramos por una zona de bastante vegetación y poco concurrida de gente, la conversación cada vez era más insinuante, sus miradas penetrantes y su dulce acento me tenían bastante excitada, entramos en un juego seductor, entre palabras y gestos la conversación iba subiendo de tono, los instintos se alteraban, el deseo de ambos se palpaba, traspasaba la piel mordazmente y asfixiaba, un escalofrió me recorrió por todo el cuerpo cuando de un impulso me apoyó sobre un árbol, susurrándome:
-Je souhaite que mon petit ... (Te deseo, mi pequeña...). Su boca se precipitó sobre la mía, con su lengua abría mis labios suavemente, después como un animal hambriento se sumergió sobre ella entremezclándose las salivas, las ganas, los besos... Con sus manos abrió mi abrigo y un par de botones de mi blusa, sus labios se deslizaban por mi cuello hasta buscar mis pechos, uno de mis pezones quedo al descubierto, su botón rosado se izaba firme, con su lengua lo acarició y con su dedo rodeó toda la aureola, los sacó por encima del sujetador, tocándolos, besándolos, lamiéndolos con ansia, yo sentía que me deshacía entre suspiros, sus manos resbalaban por mi piel bajo mi falda incendiando mi carne, embriagando de deseo mi sexo que aguardaba impaciente. - Je vais faire l'amour, mon petit ... (Te voy a hacer el amor mi pequeña).
En un arrebato de avidez abrió mis piernas y de una sola embestida me poseyó; una explosión de placeres evaporaron mis sentidos, mis piernas estrangulaban su cintura, mis uñas se clavaban como garfios a sus hombros, la pasión empujaba nuestras caderas en un ritmo de fuego que abrasaba las entrañas, la necesidad por acoplar nuestros sexos, por empacharnos de nosotros mismos era bestial...
-Ne cessez pas de mon amour, ne vous arrêtez pas ... (No pares mi amor, no pares...).
-¡ohh ma petite!
-Mon petit... El sol caía a muestras espaldas con un rojo exultante, reflejo de nuestro deseo carnal, ajenos al mundo nos dejábamos colar por las rendijas de la desmemoria, dibujando placeres entre temblores, desbordados de orgasmos voraces, ardientes, insaciables, hambrientos de vida...

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miércoles, 6 de octubre de 2010

DULCE PECADO II

Dicho esto se abalanzó a mi boca con la misma fuerza que lleva un tapón de champán cuando lo descorchan. Sus manos desabrocharon los botones de mi camisa impulsivamente, acariciando a su paso todo lo que encontraba, sus labios ardientes ya recorrían mi cuello e hizo una parada entre mis pechos, los sacó delicadamente por encima del sujetador, comenzó a besarlos y a lamerlos con tal ansia que pareciera que jamás antes lo hubiera hecho. Desocupó la mesa con rapidez y me tumbó en ella, yo, suelo ser bastante apasionada en mis encuentros sexuales, pero esta vez decidí abandonarme a sus deseo, me dediqué a disfrutarle... Sentí como sus manos se deslizaban por mis piernas a la vez que subía mi falda hasta mis caderas, comenzó a besarme justo por encima del triangulo de mi tanga, su boca jugaba con los cordones de la tela, hasta que decidió retirarlo por completo dejando mi sexo totalmente al desnudo y a su plena disposición, se sentó en su sillón justo frente a mí, cogió con delicadeza mi pierna izquierda posando mi pie justo en uno de los brazos del sillón, después hizo lo mismo con la derecha, y como si lo tuviera ensayado sus manos se engancharon a mis muslos como garfios a la vez que su cara se hundía allí justo, en el epicentro de mi cuerpo,donde yo reventaba en hervores y vapores, donde creando espirales de lujuria con su lengua se curvaba mi cuerpo de un inmenso placer, logró que perdiera la noción de todo lo terrenal, sumida por la gran excitación que en ese momento me estaba haciendo sentir, era como si su sangre y la mía circularan por el mismo torrente sanguíneo, él sumido en la voracidad de la más intensa pasión y yo revolcándome de delirio en la antesala de un orgasmo inminente. Así fue, un latigazo de placer me recorrió entera quebrando mi cuerpo entre gemidos y suspiros, dejándome sin aire y a la mas inevitable fragilidad, no podía apenas hablar y con bastante esfuerzo me incorporé, el bajó mis pies al suelo, entonces se levantó del sillón, me volvió besar, esta vez su boca era más agresiva, el sabor impregnado de mi sexo volvió a excitarme y en cuanto a él, era notorio como el sudor de su cuerpo se había pegado en la espalda de su camisa, su piel ardía, su fastuosa erección era más que evidente, su pene estaba pidiendo ser liberado urgentemente, así lo hice, desabroché su cremallera e introduje mi mano en su interior, palpando su pene y bajando a sus testículos, él se bajó su pantalón y su bóxers a la vez, lo empuje a su sillón logrando que se sentara, y me dispuse a lamer su imponente falo, jugaba con mi lengua recreándome en su glande, lo engullía y lo abandonaba para bajarme a sus testículos, a él este ritual le encantaba, notaba su aprobación con su mirada donde se reflejaba su lascivia contenida, de un impulso me levantó por los brazos incorporándose a la vez, me tumbó de nuevo en la mesa pero esta vez boca abajo, mis manos se agarraron al borde de la mesa mientras que las suyas sujetaban con fuerza mis caderas, desnuda de cintura para abajo lamio mis glúteos y mi sexo desde atrás, llevándome de nuevo a enloquecerme de deseo, rozaba suavemente su pene contra mis nalgas, en el preludio de una inminente penetración, la cual no tardo en aparecer, entró en mi delicadamente apretándome todo lo que podía contra si, mientras yo sentía como su pene se acoplaba a mi vagina, parecía que le hubieran hecho a medida para ella, esa sensación me excitó bastante, sentirme tan llena, tan penetrada, dos cuerpos enlazados por sus sexos, hambrientos de ellos mismos, incansables de darse placer mutuo... Empezó a moverse de forma lenta pero a medida que su excitación crecía se aceleraban sus movimientos que pasaron de ser suaves a casi salvajes, su aliento como fuego ardiente se clavaba en mi nuca, vistiendo la pasión de rojo vivo, sus gemidos indujeron a los míos, provocando en mi un estado de exaltación que me incitó a suplicarle con palabras subidas de tono, palabras que no solo le encantaron sino que lo incitaron a unirse al juego.
Su lascivia desvistieron las borrascas de su cuerpo en la ingravidez de un tiempo suspendido entre relojes sin agujas, su cuerpo se convulsiono, sus manos se clavaban en mis caderas mientras gemía como un animal hambriento por saciarse, se derramó por completo dentro mi, entre espasmos de placer llegó a la culminación de su orgasmo. Permaneció inmóvil durante unos breves instantes, su respiración entre cortada delataba aun la fatiga de su cuerpo, pero no quiso demorar ni un momento más lo que por su cabeza le rondaba, salió de mi, a la vez que me incorporaba por los hombros, esta vez me sentó en el sillón, se puso de rodillas frente a mí, abrió mis piernas y con nuevas fuerzas renovadas empezó a lamer de nuevo mi sexo, húmedo hasta la saciedad por la mezcla de fluidos, se recreo con su lengua en mi clítoris, jugando a reventar deseos, mi cuerpo arqueado solo obedecía a los impulsos de su boca, mis manos se aferraban a su pelo, mordiéndome los labios de puro gozo me elevó entre nubes de caricias al momento sublime do
nde explotaba en placer...
Desde ese día se convirtió en el vicio de mis vicios, cada vez que nos cruzábamos las miradas y las sonrisas llevaban mensaje secreto, nuestros cuerpos reaccionaban con el simple roce de unos dedos, código perfecto del hambre de su carne, de la sed de mi sexo. Yo su lujuria, él, mi más dulce pecado…


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miércoles, 29 de septiembre de 2010

DULCE PECADO I

"Dicen que para amar con toda el Alma hay que pecar con todo el cuerpo...". Pero hablando de pecados, hay algunos que merecen la pena caer en la tentación de probarlos, como es el de la lujuria, de esto último me confieso pecadora perdida, de las que ya no tienen absolución, asumo la "Mea Culpa" porque hay cosas que a esta simple mortal no le pasan desapercibidas y espero que nunca cambie en esto mi aptitud, creo que simplemente son síntomas de vida y yo me siento apasionadamente viva...
Era un día más en la oficina, el mismo trabajo, las tazas de café continuas, las bromas de los compañeros graciosos y las mismas prisas por terminar los informes, excepto por un especial acontecimiento, de repente se abrió el ascensor y apareció el jefe de personal acompañado de otro hombre, alto, moreno, elegantemente vestido, con aspecto varonil de esos de anuncio de perfumes y sobre todo, rabiosamente joven... Se trataba del nuevo gerente del departamento de recursos humanos que recién se incorporaba a la empresa. Pasó por delante de los despachos de camino al suyo dedicándonos una sonrisa amigable pero a la vez seductora, para nadie pasó inadvertido este nuevo personaje, sobre todo para las chicas que rápido hicieron comentarios sobre él, su llegada inevitablemente se convirtió en la noticia del día... Las semanas fueron pasando en su normalidad, algunas veces coincidíamos en los pasillos donde nos sonreíamos a la vez que se cruzaban las miradas de forma penetrante o por la petición de algún que otro informe que yo misma debía entregarle en su despacho, algo que me encantaba hacer, pues no podía evitar electrificarme cada vez que él revisaba mi entrega , mientras yo esperaba su aprobación disimuladamente y de reojo recorría toda la geografía de su cuerpo, su voz tan masculina me embelesaba, ese hombre despertaba mi cuerpo de una forma asombrosa, casi obsesiva y era inevitable que mientras él me hablaba yo me perdiera en alguna que otra fantasía donde ambos éramos los protagonistas. Yo tampoco le era indiferente, en más de una ocasión le sorprendí embobado en mi escote o en el cruce de mis piernas cuando esperaba sentada, el caso es que cuando estábamos juntos en el ambiente flotaba pura atracción. Uno de nuestros principales clientes nos hizo un encargo de última hora y como suele suceder siempre en estos casos la entrega era en tiempo límite. Mi jefe me pidió personalmente que me ocupara del proyecto y eso significaba que debería trabajar en fin de semana, algo que no me hizo ninguna gracia, pero no podía negarme pues la causa estaba más que justificada.
Era sábado, el reloj marcaba las ocho de la mañana, el silencio reinaba en los despachos, aprovechando esa calma me dispuse hacer mi trabajo en la mayor brevedad posible. La mañana iba avanzando satisfactoriamente, llevaba más de la mitad del proyecto, un último esfuerzo y quedaría todo prácticamente terminado, salvo repasos de última hora, cuando algo me distrajo del ordenador, era un ruido de pasos que se acercaba cada vez más cerca de mi despacho, pensé en el guardia de seguridad, pero este los sábados no trabaja, hasta que por fin una som
bra apareció por la puerta y al unisonó de una voz dijo:
- ¡Hola! No sabía que estabas aquí.
Era él, el joven guapo y apuesto, yo aun estaba asustada pero poco a poco mi semblante fue pasando del m
iedo a la satisfacción.
- ¡Qué susto! ¡Hola! Pensaba que estaba sola y casi me da algo al oír los pasos.
- Lo siento... Yo también creía estar solo, no te oí llegar. He venido a adelantar trabajo, mi mesa está llena de informes que poner al día. ¡Oye! ¿Te gusta la comida China? Acabo de encarga por teléfono, me disponía a ir a la entrada, esta al llegar.
En ese momento sonó la puerta, la comida llegaba, se dirigió hacia ella, a su vuelta volvió a comentar:
- No me has dicho si te gusta, podemos compartirla, he pedido de sobra.
-¡0h! Sí, sí, me encanta, gracias.
- Pues no se hable más que se enfría, vamos a mi despacho.
Yo le seguí igual que un perrito sigue a su amo, esperando con la misma impaciencia la galletita que se acababa de ganar.
Hizo sitio en su mesa, depositó los envases y me dio unos palillos chinos, yo me senté en una esquina de la misma, él justo en la otra, así lo teníamos todo más a mano.
Durante la comida charlamos bastante sobre cosas muy diferentes, de forma muy agradable, sin darnos cuenta habíamos creado un ambiente en el que cada vez nos sentíamos más cómodos. Terminamos de comer, recogimos todo. Me ofreció un café de la maquina del pasillo, yo lo acepté, pues soy una cafetera empedernida, volvió con los vasos, de nuevo se sentó en la mesa, pero esta vez a mi lado, tan juntos que los brazos se rozaban constantemente, sus ojos se clavaron en los míos y el deseo se palpaba. De repente se pronunció:
- Sabes, llevo días preguntándome ¿A qué sabrán tus labios? ¿Cómo serán tus besos?
Yo contesté sutilmente:
-Ahora mismo a café y en cuanto a mis besos puedes comprobarlo tu mismo, si te apetece...

Continuará...

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domingo, 1 de agosto de 2010

INTIMAMENTE TUYA...

Es curioso lo que puede llegar a suceder en el interior de una habitación. A espaldas del mundo arde la piel. Infinitos sentidos penetran en la mente. Las partículas del tiempo se convierten en segundos, rompiendo las horas de un comienzo y fin, donde se conjuga una historia a corto, medio y largo plazo...













Sentir que muero y vivo cuando moldeas mi cuerpo, amante majestuoso. Que enmarañas, desdeñas y cubres mi vientre desnudo de besos, jugosos, cónicos, verticales, espirales... Los tejes entre dos vientos a las alas de mi alma, con el único propósito de llegar hasta mi boca, tan necesitada, tan ansiosa... Regalándome fluidos que se mezclan y absorben el delirio de unas lenguas, enredadas entre roces, danzando sonrojadas al juego del encuentro, síndrome perfecto que enferma todas las texturas y las tesituras de mi cuerpo, quebrando mi consciencia y mi inconsciencia en la debilidad.
Mientras él adivina mi apetito voraz, sus manos grandes aprietan mis pequeños pechos en su justa medida. Ni fuerte ni flojo, ni mucho ni poco. Lo suficiente para que el botón rosado de mis pezones florezca amenazante, desafiando a las caricias de la humedad de su boca, estallando en acordes de delirio.
Y así, libera sus manos, que ya resbalan por mis costados y bajan decididas a sujetar mis caderas que, mimosas, se contonean en la trama de que caiga entre mis piernas. Dulce delicia que deleita a mi sexo, que espera embravecido, lúbrico de deseo, que quiere su boca, sus dedos, su lengua, su falo imponente...
Quiere todos los placeres, existentes, los que en este mundo solamente él me puede dar. Sumida en el ocaso, perdida en los instantes donde me roba voluntades, su tacto se hace dueño arrebatándome la equidad de mi identidad. Y me rindo a sus caprichos, emanando placer por cada poro de mi piel, erizando terciopelos acoplados entre el espasmo de un orgasmo que me sumerge, me sorbe, me respira y desemboca en la inercia de sus labios. Desnuda de su carne, me despoja y me arropa con su olor quebrado de pasión, quedando tatuado mil veces en mi ser.
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domingo, 11 de julio de 2010

MAR,PIEL,SOL...


Baila descalzo sobre la arena,
deja que tus pies se cubran de espuma,
que el sol te seduzca dorando tu piel,
permítele al viento que acaricie tu pelo,
mientras yo te pensaré.
Ya te echo de menos…

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¡FELIZ VERANO!

jueves, 24 de junio de 2010

NOCHE DE FUEGO

Esa noche queríamos pasarla juntos, era San Juan , noche de fuego, misterio y hogueras, a mí siempre me había parecido mágica y no sé porque me inspiraba un toque de romanticismo y sensualidad, pero a la vez hay algo especial en ella que activa mi instintos sexuales... Una vez más por cuestiones laborales los planes se nos vinieron abajo separándonos a cientos de kilómetros.
El me llamó al medio día dándome la noticia y a mí se me rompieron todos los esquemas, pero como siempre su habilidad para hacer posible lo imposible una vez más surgió: -No te preocupes chiquitina, hoy tendremos noche de San Juan, aun en la distancia, te llamaré por teléfono y haremos nuestro propio ritual, quiero que te pongas algo delicado, a ser posible transparente y de color negro, luego me contarás como es para hacer volar aun más mi imaginación...
Llegó la noche, yo estaba preparada, un camisón de encaje en color negro, abierto por el centro con el tanga haciendo juego, la habitación solo con luz de velas. Me acosté en la cama, apoyada en un montón de almohadones, ya eran las doce de la noche, empezaba el ritual, estaba nerviosa e impaciente porque sonara el teléfono, todo lo que viene de él siempre es especial y por esa razón me altera aun más, no se hizo mucho de rogar, solo habían pasado un par de minutos de la medianoche y sonó el teléfono.
-Hola chiquitina, ya estoy a tu lado, deseoso de que llegara la hora y muerto de deseo por ti , estoy totalmente desnudo encima de mi cama, a oscuras, excitado y empalmado de solo pensarte, ahora quiero que me cuentes que llevas puesto, vamos dímelo... Yo le empecé a explicar con todo detalle, aunque muy despacio, su respiración cada vez aumentaba más y a mí me temblaba la voz de la excitación que me producía oírlo.
De pronto él cogió las riendas de la situación y empezó la magia...
- Cierra los ojos amor... Imagíname a tu lado, tus manos son mis manos, recorro el borde de tus labios con mi dedo, siento tu aliento ¡hazlo! soy yo... Yo asumí el papel por completo, mis manos y mi cuerpo ya no me pertenecían, eran de él...
De mis labios bajó con su dedo a mi cuello, abrió su mano para acariciar al completo mis senos cubriéndolos en una solo caricia, los apretaba, bordeaba mis pezones y volvía a cubrir con sus manos, mi cuerpo se contraía en impulsos, mi piel se estremecía, las yemas de sus dedos bajaban y subían delicadamente por mis costados, se paraba en mi abdomen y volvían a repetir, mi columna cobraba vida propia curvándose de placer...Paró en mi abdomen para dirigirse lentamente hacia mi ombligo, allí se detuvo , yo solo deseaba que llegara a mi sexo, creo que el notaba mi impaciencia y por ese motivo intentaba alargarlo para que mi excitación fuera máxima; por fin se fue acercando, poco a poco, hasta llegar a él, su dedo índice bajo lentamente haciéndose paso entre mis labios henchidos de deseo, colándose en su apertura, donde la más ardiente humedad lo esperaba, impregnándose de ella buscó el botón delicado del deseo, mi clítoris, que esperaba exasperado ser acariciado, en un vaivén de movimientos circulares, suaves e intensos, alteró todo mi ser, ya no tenía consciencia , solo era mi cuerpo, la luz de las velas y su voz... Los músculos de mi cuerpo se contraían entre sacudidas de placer, ambos estábamos al límite, podía oír sus fuertes jadeos como si estuviera allí mismo, envueltos en una pasión desmedida, entre espasmos y convulsiones por el más intenso de los placeres que jamás pudiéramos haber imaginado, en un último esfuerzo nos abandonamos al deseado clímax, fuerte, intenso, único... Mientras se apoderaba de mi pude sentir como un inmenso orgasmo le agotó por completo hasta su propia voz, solo quedaron los gemidos sofocados de ambos como consecuencia de una de las mas deliciosas de la experiencias vividas por los dos. En la calma, me preguntó: - ¿cómo estás? yo me eché a reír, pues en ese momento fui consciente de mi verdadera situación, estaba totalmente atravesada en la cama, me incorporé, mis piernas colgaban por unos de los laterales, aun confundida, aun impactada, sensible en extremo...volvió a preguntar - ¿Qué haces? ,contesté, -estoy sentada en el borde de la cama, -¿Cómo estás ahí?, -No lo sé... El soltó una sonrisa y de nuevo haciéndose el dueño absoluto de la situación, el dueño absoluto de mi voluntad con esa voz dulce y penetrante que todo lo puede y se apodera de mí, añadió: -Túmbate de nuevo, aun no hemos terminado amor... Hoy es nuestra noche, hoy quiero saciarme de tu fuego...

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martes, 15 de junio de 2010

SOBREVIVIENDOTE
























Aquí me tienes.
Impaciente por tenerte en mi mundo,
sobreviviéndote,
donde tu Alma y mi Alma se unen,
donde tu sexo y el mío
se acoplan sedientos el uno del otro.
Donde tu carne devora las ganas de mi carne.

Que tu suspiro es parte de mi respiración,
engendrado en el deseo de mis pequeños pechos,
en la erección de los botones rosados
que crean mis pezones,
en los huesos prominentes de mis caderas
que se clavan insistentes en la llanura de tu vientre,
absorbiéndonos el espacio en las espirales de unos besos.

Rodando entre tus dedos,
desnuda de tu fuego,
me alimento de tu piel.

Solos con nuestra conciencia,
sonriéndonos con versos
como antídoto de las rosas
de tus esquinas de verano.

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lunes, 31 de mayo de 2010

LA TENTACIÓN VIVE AL LADO

Llevaba varios días cruzándome con él en el portal de mi casa, pero esa tarde justo cuando iba a cerrarse la puerta del ascensor apareció con una dulce sonrisa y unas buenas tardes, yo le correspondí y por ser amable ya que estaba a punto de apretar el botón de mi piso lo pregunté:
-¿va usted al...? Dijo:

- Ático por favor…
Yo me quedé sorprendidísima pues en el último piso solo habían dos casas una era la mía y la otra estaba desalquilada.
-¡vaya que coincidencia! yo también voy al mismo piso ¿somos vecinos? él contestó:
-Llevo menos de un mes viviendo aquí, luego si vives en el otro piso, sí, somos vecinos…
A mí se me iluminaron los ojos y esbozando una sonrisa perversa añadí:
- Bueno pues si necesitas azúcar, harina o alguna otra cosa, ya sabes... Estoy al lado que para eso están los vecinos; nada más terminar la frase me puse roja como un tomate, estaba insinuándome a un señor estupendo de una forma tan descarada que daba la sensación de estar desesperada, el bastante sorprendido añadió:
- Muchas gracias lo tendré en cuenta.
Yo me quedé absorta en sus ojos, mientras educadamente me indicaba con sus manos que saliera pues ya habíamos llegado al piso en cuestión, me dirigí hacia mi puerta y girándome de nuevo para despedirme repetí:
-Bueno lo dicho, si necesitas algo... El esbozó una sonrisa.
-Gracias, nos vemos...
Entré a casa y apoyada en la puerta ya cerrada repasaba lo ridículo de mi comportamiento, ¿porqué había actuado de esa manera? estaba nerviosa y me sudaban las manos...
En fin, pensé en olvidar el episodio tan patético y me dispuse a darme una ducha, así despejaría la mente...
En los siguientes días se repitió algún que otro encuentro, casi en la misma hora, una sonrisa cómplice, un pequeño comentario y un hasta luego, pero yo volvía a tener siempre la misma sensación nerviosa que el primer día, había algo en ese hombre que me alteraba, mi estomago se encogía al verlo, cuando hablaba me estremecía al oír su voz, su forma de vestir tan elegante, sus modales, un conjunto de cosas que lo hacían rabiosamente atractivo; en alguna ocasión esa atracción me llevó a fantasear con él, lo imaginaba en su cama boca arriba, totalmente desnudo, y yo encima de él besándolo, situación que terminó más de una vez en una irremediable masturbac
ión.
Eran más de las tres de la madrugada cuando llegaba a casa, ese viernes me fui directamente del trabajo a cenar con unas amigas y más tarde una copa en un local que acababan de abrir en el centro, a mí las aglomeraciones de gente me agobian y con la excusa del cansancio me volví para casa; buscaba las llaves para abrir el portal cuando una voz me sorprendió:
- ¿Me permites…?
Era él, me quedé embobada mirándolo, no lo esperaba pero allí estaba juntos a mí; por la forma que iba vestido debía de venir de algún evento, traje chaqueta negro y camisa blanca, el perfume que usaba ya reconocido por mi olfato me estimulaba considerablemente, tardé en reaccionar el esperaba como siempre esbozando una espectacular sonrisa, por fin dije:
-Hola, no te había visto.
Pasé al interior del portal agradeciéndole su amabilidad, él detrás de mí contestó:
-De nada es un placer…
Nos dirigimos hacia el ascensor yo lo miraba de reojo, veía como me recorría de arriba abajo con su mirada, eso me agradó, por fin un mínimo interés por su parte, hasta ahora había sido muy prudente, la sola idea de que me mirara me excitaba… Pasamos al ascensor, los dos fuimos a accionar el botón del piso, en ese momento nuestras manos se rozaron ambos nos quedamos paralizados mirándonos fijamente, un escalofrío recorrió mi cuerpo y por su gesto a él ese roce no le debió desagradar, yo quité mi mano y me apoyé en un lateral del ascensor él apretó el botón y hizo lo mismo pero justo frente a mí, ya no sonreía, su cara tenia esta vez otro gesto, ambos fijos el uno en el otro, devorándonos con las miradas, respirando deseo, su boca pedía a gritos ser comido a besos, mientras el ascensor subía, de un impulso dio a un botón del ascensor, este se paró de inmediato, yo no sabía que ocurría pero tampoco necesité preguntar porque se lanzó ansioso hacia mí, besándome como si jamás antes lo hubiera hecho, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo, yo tiré el bolso al suelo y me abracé a él con la misma fuerza que su pasión clavando mis manos en su espalda; empezó a desabrochar mi blusa, hundió su cara en mis pechos ya descubiertos, los besaba, lamia mis pezones con una habilidad asombrosa , yo le quité la chaqueta y desabroché su camisa mientras él seguía perdido en mi cuerpo, levantó mi falda agarrando mis glúteos con fuerza me elevó apoyando mi espalda en la pared, mis manos fueron a su bragueta que estaba abultadísima, desabroché y saque su prominente pene, su erección era bestial, mis ansias por ser penetrada aumentaron, él no paraba de decirme entre jadeos y gemidos de placer “llevo días imaginando esto, te voy a follar sin piedad, me muero por entrar en tu coño, no puedo más…”.

A continuación noté como apartaba mi tanga y me penetraba de un golpe, mi lubricidad lo facilitó pues estaba calada hasta los muslos, ardiente como nunca y deseosa de ser follada salvajemente como él lo hacía en ese momento, sus embestidas cada vez eran mas rápidas, nuestras bocas ya no se besaban directamente se mordían con rabia, mis uñas se clavaron en sus hombros, nada importaba en ese momento de locura desmedida, el tiempo se detuvo en ese ascensor apoderado por nuestro inmenso deseo, no había más vida que la de nuestros cuerpos, más sonidos que los de nuestros propios gemidos y la desesperación por desahogar todo lo que llevábamos conteniendo durante días.
Nos corrimos casi al mismo tiempo, un latigazo de placer me recorrió entera, el no paraba de gemir, parecía un animal enfurecido, nos quedamos abrazados, nos faltaba el aire a ambos, no mediábamos palabra, yo estrangulando aun su cintura con mis piernas, él hundido en mi pecho. Al rato reaccionamos, mirándonos de nuevo con ganas, me bajo al suelo, colocó mi falda y abrochó mi blusa, recogió su chaqueta del suelo, accionó el botón del ascensor poniéndose este de nuevo en marcha, mientras él recomponía su vestimenta; no tardamos en llegar a nuestra planta, salimos al descansillo, él me agarró de la cintura llevándome hacia su cuerpo, me beso dulcemente, mientras con una mano acariciaba mi espalda, mis labios no querían despegarse de su boca de miel, quería que ese beso fuera eterno pues presentía la despedida, y eso era lo último que yo quería, necesitaba pasar la noche con ese hombre, amarle y poseerle a mi antojo, hasta saciar mis ansias de él; se retiró despacio de mí, yo veía como su boca se alejaba, con su mano acaricio mi cara y deteniéndose en mi barbilla exclamó:
-¿Tienes Azúcar? La necesito urgentemente...
Yo sonreí... -“por supuesto que tengo azúcar, pero te aviso, que lo que presto, me gusta que me lo devuelvan...”
-Creo que estoy necesitado de muchas cosas, te haré bastantes visitas, vecina...
Nos dirigimos hacia mi puerta, su mano aun en mi cintura se escurría pícaramente hacia mi culo, ese era el preludio de nuevas emociones...


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lunes, 17 de mayo de 2010

EN MI SIESTA... PRINCESA.
Volví a casa, aun excitada por lo que acababa de suceder en el coche, pensaba en sus últimas palabras pero la sorpresa fue cuando me dirigí a mi habitación, todavía había luz y sin embargo estaba en penumbra, la persiana casi bajada, una voz salía del cuarto de baño anexo a mi dormitorio, era él... Había llegado antes que yo y esperaba escondido.
- Quítate la gabardina y ponte de espaldas a la puerta, no digas nada, solo quiero que me obedezcas.
Yo hice lo que me pedía, no sabía muy bien qué es lo que pasaría pero de algo si estaba segura de que fuese lo que fuese me volvería loca de deseo, pues nadie más en la tierra tiene la capacidad de hacerme sentir así, una pasión extrema y sin medida, la que él me da...
Sentí como se acercaba y se paraba justo detrás de mí, su respiración en mi nuca me hizo estremecer, cubrió mis ojos con una tela suave de color oscuro anudándola en mi cabeza, por su textura imaginé que era un pañuelo de seda, me preguntó:
- ¿No ves nada verdad?
- No, no veo nada, contesté.
Sus manos agarraron las mías entrelazándonos los dedos,
su lengua subió desde mi coxis hasta mi nuca en un solo movimiento, un escalofrió me recorrió todo el cuerpo, se pego a mí, empezó a besar mis hombros, subió hasta mi cuello, su lengua empezó a jugar con mi oído mientras me susurraba lujuriosamente, princesa, me muero por tu sexo...
Me soltó las manos rodeándome con sus brazos, ahora eran mis senos lo que apretaba, pellizcando por encima del sujetador sutilmente mis pezones que estaban erizados como nunca antes, giró hacia mí y se puso justo de rodillas delante mío, sus manos como unos fuertes ganchos se colaron por el hueco de mis piernas aferrándose a mis glúteos, llevó su boca hacia mi sexo y comenzó a darme pequeños mordiscos por encima de mi tanga, yo hice un esfuerzo para no perder el equilibrio, tenerlo allí debajo justo entre mis piernas alteraba todos mis instintos de una manera bestial.
Se incorporó me llevó hacia la cama tumbándome con cuidado, mis piernas colgaban, él se volvió a arrodillar, comenzando a besar mis muslos apasionadamente, subía por mis ingles mordiendo con cuidado mis caderas, sentía su instinto animal devorando a su presa; su respiración estaba alterada y en un ataque de lujuria arrancó mi tanga de un solo tirón, mi sexo quedó al descubierto, solo quedaban mis medias y el liguero, hambriento de él comenzó a lamerlo, su corta barba de pocos días contribuía a que fuera mucho más placentero, yo me retorcía de placer, mis gemidos le estimulaban cada vez más, notaba el fuego de su cuerpo, las ansias por hacerme gozar que a la vez eran las suyas…
Se acompañaba de dos de sus dedos introduciéndolos y sacándolos a su antojo, mientras murmuraba:
- Quiero este coño... ¡Y lo quiero ya! Córrete, quiero que tengas el orgasmo de tu vida...
No sabía que es lo que me excitaba más si su forma de hablar tan soez o la habilidad de sus dedos que junto con su lengua formaban la combinación perfecta para extasiarme de placer; quería prolongar aquella situación el máximo de tiempo posible, mi sexo pegado a su boca mezclándose entre mi humedad y su calor ,sintiendo como mi cuerpo vibraba en cada pasada de su lengua y sus dedos jugando en mi interior, controlando mi vulnerabilidad tanto por dentro como por fuera, pero me fue imposible, una vez más él se hizo dueño de mi voluntad y me desvanecí entre convulsiones y gemidos en un orgasmo tan intenso que casi se hacía insoportable, llevándome al éxtasis y al desfallecimiento total de mi cuerpo...
Yo no tenía fuerzas para moverme, pero presentía que algo más acontecería, pues a él le excita en extremo verme en este estado de fragilidad y agotamiento, no tardó en pronunciarse...
-Aun no hemos terminado, no encuentro la forma de saciarme de tu cuerpo, ahora necesito más, ahora quiero follarte porque me muero de ganas de hacerlo...
Incorporó mi cuerpo despacio y como si fuera una marioneta me subió hasta arriba de la cama apoyando mi cabeza en el almohadón, él se posiciono de rodillas frente a mí, colocó mis piernas por encima de las suyas , oí el sonido de la cremallera de su pantalón y a continuación sentí como acercaba su miembro hacia mí, su erección era imponente , dirigió sus manos hacia mis caderas agarrándose a ellas fuertemente y de un tirón me llevo hacia él , su pene rozaba mis nalgas, sentía el fuego que emanaba de él , las ganas porque me penetrara crecían por momentos, de nuevo volvió a despertar la fiera que hay en mí, poseída por el desespero de sentir su pene en mi interior le dije con furia:
- ¡Fóllame ya de una vez maldita sea, a que estas esperando!

El se echó a reír, y me contesto:
- Me encanta sentirte así, pero tranquila, no tengas prisas que peor estoy yo...
Comenzó a jugar con su pene, lo pasaba despacio por mis muslos, por mis nalgas, terminando en mi sexo, dándole toquecitos, simulando que me iba a penetrar pero retirándose al momento, cada suspiro que yo daba él se crecía, cada acercamiento a mi vagina me hacía temblar, decidí entregarme a ese disfrute pero de repente ocurrió… Su miembro se coló en mi interior llenándolo por completo , comenzó con un suave movimiento pero a medida que nos excitábamos iba aumentando el ritmo y su violencia en fuertes embestidas, sus manos se clavaban en mí, no lo veía pero podía sentir su arrebato de lujuria en cada empuje, en cada espasmo de pasión desmedida, explotando de delirio, en la concupiscencia de su cuerpo sentí como se derramaba dentro de mí perdiendo el control en su último esfuerzo, su debilidad y agotamiento le hicieron caer hacia mi cuerpo, apoyando su cabeza en mi pecho, entre jadeos y con la respiración entre cortada se apartó hacia un lado llevándome con él en un abrazo. Así, permanecimos en silencio durante algunos minutos.
- ¿Ya puedo quitarme el pañuelo? pregunté ansiosa, tenía la necesidad de verlo y besarlo desesperadamente.
Llevando mi mano a su sexo el cual se estaba empalmando por momentos añadió:
- Sí, ya puedes quitarte el pañuelo, pero ahora me lo pondrás a mí, quiero que me recorras entero. Lo necesito con urgencia… ¡Fóllame Princesa!

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jueves, 6 de mayo de 2010

EN MI SIESTA

Después de comer decidí echarme una pequeña siesta,
el cansancio por los madrugones de la semana se acentúan cuando llegan al viernes,
no había pasado más de media hora cuando comenzó a sonar mi teléfono,
pensé por un momento obviarlo, me costaba un esfuerzo inmenso moverme en ese estado de adormilamiento pero su insistencia me obligó a contestar, casi sin voz pregunté: ¿Dígame?; al otro lado de la línea contestaron:









-Hola preciosa ¿Dónde te metes?, ya pensaba que no podría hablar contigo; al oír su voz mi cuerpo respondió de inmediato y de un sobresalto me incorporé, era él, mi desconocido, el hombre que me hace sentir el deseo como jamás antes lo hizo ningún otro, solo con oír su voz se alteran todos mis sentidos...
- Hola cielo, contesté emocionada.
-Huis que vocecita ¿Qué hacías?
- Estaba durmiendo.
-Vaya, lo siento, te he despertado...
-No tranquilo no importa, sabes que me encanta que me llames.
-Aun estoy en mi oficina y no dejo de pensar en ti, se me ocurren mil maldades contigo, el deseo me mata, estoy eléctrico... Quiero proponerte un juego, porque necesito urgentemente follarte, ¿Te apetece?, yo estaba ensimismada escuchándolo, tiene la virtud de apoderarse de mi voluntad con su voz dulce y sensual, Contesté:
-Sí, me apetece cuéntame que se te ha ocurrido...
El se reía, esa risa nerviosa con la que suele disfrazar sus pensamientos lujuriosos, pero que yo ya reconozco al momento.
-Quiero que te pongas un sujetador y tanga negro, medias con blonda de encaje, zapatos de tacón los más altos que tengas, píntate los labios de carmín rojo, ese que me enloquece cuando te lo pones y tu abrigo rojo... Echa a tu bolso tu juguete... (se refería a un consolador de silicona que me había comprado unas semanas antes en Ámsterdam) sal a la calle, sube a tu coche y dirígete hacia algún lugar donde no esté muy concurrido de gente, cuando estés allí quiero que me hagas una llamada perdida, yo sabré que estás preparada y te llamaré de nuevo...
Yo repasaba todas las órdenes asombrada, jamás había salido a la calle con un abrigo y solo ropa interior, pero todo lo que venía de él me excitaba de una forma desmesurada, sin ningún reparo acepté, me preguntó:
-¿te gusta o te parece un poco pervertido? Contesté con voz insinuante pues ya estaba caliente y aun no había empezado el verdadero juego.
-Me gusta, perviérteme...
-Bien, espero deseoso, no tardes me muero por recibir esa llamada...
Yo hice todo tal cual me había indicado, ropa interior, medias, zapatos de tacón altos, abrigo y mi apreciado "Juguete". Salí a la calle, me dirigía hacia el coche nerviosa por la novedad del momento, pero el morbo y la excitación crecía de una manera exagerada, busqué un sitio apartado del centro, recordé una urbanización nueva de chalets que estaban construyendo no muy lejos de mi casa, era perfecta, aún no estaba terminada y a esa hora ya no habría nadie trabajando, paré entre unas parcelas aun sin construcción, hice la llamada perdida y al instante me contestó.
























-Hola... ¿Dónde estás?, le di detalles de la ubicación y añadió, Te deseo y no imaginas como...
Pon el teléfono en manos libres, quiero que acaricies tus muslos, imagina que son mis manos, los acaricio suave y lentamente, hazlo... Mi respiración se altero en es
e mismo instante,
-sí... Los acaricio.
-Ahora desabrocha de la parte de arriba de tu abrigo un par de botones y acaríciate con una mano, toca tus pechos, la otra sigue en tus muslos, pero no toques más nada, solo tus muslos,

- Si... así lo hago…
-Dime ¿Te gusta? pues aun no he empezado... Quiero que tus pezones se pongan tan duros que atraviesen la tela del abrigo, quiero que tu sexo se humedezca y que cale tu tanga, saca la lengua y pásala por el borde de tus labios, es la mía... Y ahora coge tu juguete e introdúcelo en tu coño, clávatelo entero hasta dentro, es mi polla...
Yo seguía sus órdenes cada vez más excitada, el juguete estaba dentro de mi vagina, mis piernas cerradas para impedir que se saliera con la vibración, el deseo crecía por momentos, mi respiración se convirtió en jadeos, mis ganas por correrme cada vez eran mayores...
-¿Cómo estás? Preguntó.
-Deseosa de ti, respondí.
-Pues quiero que aguantes un poco más con ello, piensa que soy yo quien está dentro de ti, te estoy follando salvaje; yo estaba enloquecida, no aguantaba más le dije quiero correrme, el contestó:
- Aun no,
-No aguanto, mi voz se entre cortaba.
-¡No, aun no!, quiero que me ruegues, que me supliques, hasta que ya no puedas más, quiero contener tu orgasmo para que sea intenso.
-Por favor déjame, quiero tocarme, necesito masturbarme ya….
-Pídelo como te he dicho…
- Te lo suplico, te lo ruego...
-Bien, ahora lleva tu dedo índice a tu boca, humedécelo, ya puedes tocar tu clítoris; empecé a masturbarme,él conmigo.
-Me estoy tocando, mi polla esta enorma y mojada, la tengo en mi mano e imagino que la metes en tu boca...
Oír eso fue el impulso final, el consolador en mi interior, mi dedo moviéndose mas rápido, su voz regalándome su excitación cada vez mas alterada ya no podía controlarme, me deje llevar por un intenso placer al unísono de sus gemidos que se unieron con los míos en el ansiado orgasmo...
Exhausto, casi sin respiración me preguntó:
-¿dime mi Amanteceres, te ha gustado…?
-Sí, muchísimo.
-Pues aun no hemos acabado, vete a casa, se me acaba de ocurrir otro juego, pero esta vez no jugarás sola, lo harás conmigo...
Amanteceres
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domingo, 25 de abril de 2010

DESNUDA EN EL OCEANO DE TU BOCA























Desnuda para ti me visto en el mar de tus deseos,
adonde me arrastras entre susurros con palabras aladas
que se clavan y queman temblorosas en mi carne ingrávida,
provocando gemidos adosados al borde de las olas del placer.
...Y me llevan a la lujuria volando en los abrazos de tu terciopelo azul,
que no hay descanso para el insaciable capricho de tu cuerpo,
que se yergue ávido en la aspiración de mi pasión escarlata
entre Líquenes de luz inmersos en besos profundos,
se empapan de gozo unos labios entre caricias de infinita esencia,
y siento el roce tibio de tu aliento en mi pecho como un lienzo de suspiros,
en el suave murmullo de tu espalda, lamiendo la sal de tu piel,
respirando tu sombra, perfilando tus ganas, mordiendo tus ansias;
tu mirada canalla se pierde bajo los arcos de mis caderas,
recorriendo mis contornos con la humedad de tu lengua,
desbordados de deseo te refugias en la lluvia marina de mi sexo,
entre temblores la espuma de mis piernas bañan las tuyas,
espasmos que me llevan hacia el abismo de tu faro en remolinos de nácar,
translucidos mis tobillos vencen mi juicio de antemano,
estallando en el costado del océano de tu boca.
Equilibrio perfecto donde yo soy tú, y tú eres yo…

Amanteceres
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jueves, 15 de abril de 2010

EL LADO DE TU CAMA





Dime muy bajito cuales son los antojos de tu cama, para desatar lentamente los susurros del pudor, enredándome en tus dedos, atándome a tu vicio en la vereda de tus sábanas.
Y buscar en la penumbra tu mirada felina, esa que me desarma, que imaginando tu cuerpo pegado al mío se rebelan mis ganas; quiero que apartes mi pelo para sentir tu suave aliento en mi nuca,
que poco a poco me atrapes entre besos que quemen y mojen mis labios, fotografiando el olor y el sabor de lo prohibido dándome a beber el agua de tu boca,
recorriéndome entera entre suspiros, descubriendo la forma y el relieve de mis pechos, lamiendo mis pezones erectos que miran temblorosos al cielo de tus pasiones,
desgarrando el deseo al límite en la lujuria que emana mi blanca desnudez. Busca un atajo y ponle cura a estos sentidos que se clavan en mi abismo,
con tus manos deslízame hasta tu sexo penetrándome con ansias, que nuestros cuerpos pasen a otra dimensión fundiéndose en la avidez de este placer,
sacrifícame en tu rabia, en tu gozo infinito, en tu agonía y en tu fe, guárdarme en el misterio hecho de abrazo de constelación furtiva,
para cuando me lluevas en mi vientre tus gotas brillantes me harán presa encadenándome a tu ser.
Y me cobijo vulnerable a los poros de tu piel, conversa a las marcas de tu Alma…

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viernes, 2 de abril de 2010

INMORTAL
























Coleccionando suspiros te invento despierta
en el preámbulo que me lía a tu cuerpo
y me enreda al paladar del lecho de tu boca;
en el misterio de lo eterno que me aferra a lo prohibido
te conviertes en mi locura, en mi delirio y en mi necesidad.

Peregrinando los rincones de la orilla de tus sueños
me visto con la fragancia del pecado para ti,
semidesnuda de los perfiles que curvan tus manos
me doblas en los ángulos infinitos del deseo,
tapizando con susurros todo el hambre de mi ser.

Atrapando interrogantes en los pliegues de unas sabanas
se desdoblan los sabores que muerden mis labios,
metamorfosis que desnuda caricias febriles
que oscilan y tiritan en mi debilidad,
con la dulce sensación de respirarte
en los rosales de un abril improvisado.

Te has instalado en un costado de mi cuerpo,
has impregnado de tu terciopelo el relieve de mi sexo,
te has convertido en la cara y en la cruz de mis pasiones,
en los deseos de este fuego incontrolado que me quema por dentro,
requiebro que empapa de sudor la orografía que rasga mi piel.

En la calígine de unas tardes teñidas de rojo Amapola,
nuestra imagen enlazada en versos se convierte en foto,
y se grava silenciosa en el latido del iris de unas miradas;
porque tu historia y la mía está escrita en las paredes del Alma.
Porque el sabor de nuestros besos están guardados en la maleta de la inmortalidad...

Amanteceres

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miércoles, 24 de marzo de 2010

Escalera de Deseos...

Por fin llegó el viernes después de una intensa semana de trabajo quería recuperarme un poco y a la vez tenía la necesidad de divertirme, curiosamente ese mismo día estaba invitada a un cumpleaños de una amiga y compañera del trabajo, María conocedora de mis despistes, se aseguró de que no faltara llamándome a casa para recordarme la hora “a las 21 horas no te olvides...".Acudí a la fiesta de cumpleaños puntualmente, vestida con un bonito vestido abotonado hasta las rodillas y unas sandalias de color negro con un considerable tacón, no sé porqué razón pero mi instinto me decía que debía ir elegante. Me abrió la puerta Pedro, el marido de María, la casa estaba llena de gente y decorada con muchos globos de colores, parecía una fiesta infantil… La cumpleañera al verme salió a recibirme toda emocionada, ¡Has venido! No lo tenía yo tan seguro añadió a la vez que me dio un enorme abrazo, la entregué un pequeño obsequio, unos pendientes, los cuales unos días antes saliendo juntas del trabajo vimos en un escaparate y ella quedó prendada de ellos; al verlos empezó a gritar de alegría y terminamos volviéndonos a abrazar y a darnos un enorme beso, mientras esto sucedía observé que al fondo del salón alguien sonreía, un hombre de unos 45 años de edad, alto, rubio, de ojos claros, bien vestido, en conjunto resultaba un hombre muy atractivo, se acercó a nosotras, entonces María me lo presentó, resulto ser un primo de ella que vivía en el extranjero, concretamente en Dublín, y estaba casualmente en España por motivos de trabajo. En ese mismo instante conectamos, primero las miradas y después no dejamos de conversar y de sonreír, la noche iba pasando rápida, al igual que las copas de un delicioso vino que ofrecieron en la cena y provocaron en mí un toque alegre y desinhibido.
Después de cenar pusieron música para bailar, sonaba una balada, él cogió mi mano y mirándome fijamente a los ojos me dijo ¿me concedes este baile? Yo estaba ensimismada mirándole y tardé en reaccionar pero contesté, sí, bailamos, su cuerpo pegado al mío, sus manos
rodeando mi cintura y el aroma que desprendía su cuerpo varonil y bien formado, despertaron todos mis instintos de mujer, él me hablaba bajito, casi susurrándome algo que aun me excitaba más, yo no podía apartar la mirada de sus labios carnosos, rosados tan apetecibles que allí mismo los hubiera devorado, creo que él se percató de ello y aprovechó la ocasión para apretarme más fuerte contra su cuerpo , mis piernas empezaron a temblar, me sudaban las manos , la sangre bullía por mis venas, y a la vez por las suyas porque él estaba ardiendo, su respiración se fue alterando al igual que su pene, estaba notablemente empalmado, la música acabó y nosotros aun seguíamos abrazados hasta que reaccionamos,él disimuló el estado en que se encontraba ofreciéndome una nueva copa, la cual yo rechacé con la excusa de que ya era tarde y debía volver a casa, no sé muy bien porqué dije eso, los nervios me traicionaron, lo último que quería es apartarme de su lado, entonces el pronunció la necesitada pregunta ¿Quieres que te acompañe?, en ese momento se me iluminó la cara y rápidamente dije si, pues era lo que más deseaba, seguir con él…
Llegamos a casa, me acompañó hasta el último piso, yo vivo en un dúplex algo pequeño pero extremadamente coqueto, le invité a pasar, ofreciéndole tomar un café y el accedió encantado. Entramos directamente al salón, la parte de abajo es totalmente diáfana, cocina americana, y en el centro justo una escalera de madera que sube a la planta de arriba donde hay dos dormitorios y un baño; le indiqué que dejara el abrigo en un sillón del salón yo hice lo mismo con el mío y el bolso.

A continuación me senté en el segundo escalón para descalzarme, pues las sandalias recién estrenadas me estaban matando de dolor, le dije con una pequeña sonrisa disculpa pero si no me deshago de ellas no me muevo ni un momento más, el dijo ¡Espera!, déjame que te ayude, se arrodilló me cogió la pierna con delicadeza y
suavemente

desabrochó mi sandalia, descalzó mi pie y comenzó a masajearlo, después repitió la operación con la otra , yo estaba encantada con ello; Puso sus manos en mis tobillos y fue subiendo lentamente por mis piernas yo estaba paralizada por el efecto que me hacían sentir esas manos grandes y ardientes, llegó hasta la mitad de mis piernas , allí paró para desabrochar unos pocos botones de mi vestido dejando por completo mis muslos al descubierto, yo llevaba unos pantis pero sin ropa interior, suelo hacerlo siempre, el quedó absorto por el espectáculo, mi sexo húmedo pegado a esa licra transparente, su mirada era de fuego y en un impulso de pasión se abalanzó con sus manos hacia mis medias rompiéndolas salvajemente, mi sexo ahora estaba libre, a su plena disposición, en un ataque de lujuria comenzó a devorarle, su boca ansiosa lo engulló de un golpe para más tarde usar su lengua
cálida y húmeda que se bañaba de mi lubricidad, se dedicó a excitar mi clítoris mientras se ayudaba con sus dedos para hacerme vibrar de placer, yo creía tocar el cielo, jamás nadie me había comido mi sexo de esa forma tan hambriento de deseo, pero él tuvo que percibirlo y me abandono por un momento, terminó de desabrochar el vestido y lo arrancó de un tirón de mi cuerpo, sacó mis pechos por encima del sujetador y empezó a lamerlos poseído por ellos, esa lengua caliente en mis pezones me estremecía entera del enorme gozo que me producía , se retiró de nuevo, me levantó de la escalera dándome a la vez la vuelta, yo no sabía que iba a hacer, solo me dejaba llevar por esa bestia de deseo que estaba dominando todo mi ser, mientras con una mano me agarraba de la cintura con la otra noté como desabrochaba su cremallera, y allí entregada a su voluntad sentí como me penetraba de un solo golpe, sentí como su pene grande,duro y erguido se apoderaba de mi vagina llenándola por completo, yo quería gritar, me mordía los labios del placer que me producía ese enorme falo, pero mi disfrute acababa de empezar pues empezó a moverse lentamente mientras me sujetaba de las caderas , el movimiento

era delicioso pero poco a poco sus embestidas tomaron mayor tamaño, sentía como sus testículos pegaban cada vez con más fuerza contra mi , creía que su cuerpo traspasaría el mío en uno de esos movimientos, enloquecido llego a la cumbre de un inmenso orgasmo, yo sentía como se derramaba en mi interior, h
aciéndome cómplice de su gozo máximo, sin separarse ni un milímetro aun asfixiado por su enorme esfuerzo, me metió su dedo corazón en la boca y me dijo:
“Lámelo”,llénalo de saliva, yo acaté sus ordenes dócilmente y lamí gustosa ese dedo, después lo sacó y empezó a acariciar mi clítoris con él, mientras hacía movimientos pélvicos, su pene aun en mi interior, yo creí morir de deseo, deseo que esa mezcla me producía, mis jadeos y gritos iban en aumento hasta que ya no pude más y sucumbí en el más apetecible e intenso de los clímax que jamás había tenido, era casi insoportable , mis piernas se quedaron sin fuerza, apenas aguantaba la respiración, exhausta y al límite de desfallecer por el agotamiento salí de él de un solo tirón, volviéndome a sentar en el escalón, lo mire y aun extasiada le dije ¡Joder! ¿Así follas siempre tú…? , el sonrió y añadió ¿tomamos café?, yo contesté, tomamos café…

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