viernes, 22 de abril de 2011

UNA NOCHE EN SUS OJOS

Los encuentros nunca son casuales, se disfrazan incompresibles a la mente donde el azar juega su mejor papel, confundiendo, creando hasta a los propios personajes, como una seria dirigida de circunstancias y situaciones, donde el placer por disfrutar pasa al primer puesto de una competición de sentires que llevamos dentro, sin saberlo, nosotros mismos nos sorprendemos... Llegué a Tetuán a mediodía, justo para el encuentro con unos clientes de mi empresa y otros tres miembros de una empresa colaboradora, esta vez asistía sola, por suerte la reunión se celebraba en la sala de conferencias del hotel por lo que me permitió hacer el check-ing y darme una ducha rápida. El hotel estaba ubicado en una zona preciosa, justo en el corazón de la Kasbah, la parte mas alta de la Medina, la suite estaba situada sobre la terraza de la azotea, se podía disfrutar en ella de una pequeña terraza con vistas del estrecho y a los tejados de la medina. El baño disponía de un jacuzzi situado justo en la misma dirección a las vistas. El centro del hotel era el Hamman o baño turco, una delicia donde se respiraba el aroma de aceites y esencias árabes, evocando con su decoración a las historias de las mil y una noches.
Aunque la reunión transcurrió satisfactoriamente se alargó más de lo esperado, por lo que tuvimos que comer en el restaurante del hotel para más tarde poder continuarla. Yo estaba contenta, había sido una buena operación, aunque agotada por tanta tensión acumulada, por lo que a su término decidí retirarme a descansar y no demorar mas tiempo en cortesías y cumplidos, desde que vi el Hamma no dejaba de pensar en darme una sesión de un masaje relajante con aromaterapia y en saborear un rico té a la menta.
Lo tenía decidido, pero antes de contratarlo subí a mi habitación para dejar los documentos, al entrar me sorprendió un intenso aroma floral, aunque todavía no había anochecido, las primeras sombras del atardecer se mezclaban en la habitación con las luces que irradiaban una hilera de velas blancas que se adentraban en el baño; decidí seguirlas, las velas no solo llegaban hasta allí, sino que continuaban rodeando el Jacuzzi que estaba conectado y todo espacio posible. En el agua había ciento de pétalos de flores y un perfume exquisito emanaba de ella, a todo esto lo acompañaba una delicada melodía de piano que no sabia exactamente de donde salía, aún así no lo dudé ni un momento, sin hacerme ningún tipo de preguntas me desnudé y me sumergí en el agua que estaba a la temperatura perfecta, cerré los ojos y me dejé llevar… A los pocos minutos me sobresaltaron unas manos que me sujetaron por los hombros desde atrás a la vez que una voz varonil me susurraba:
- No te asustes, tranquila, estoy aquí para hacerte disfrutar, solo tienes que dejarte llevar y relajarte, yo sabré cómo conseguirlo, si me dejas…
Cedí a su petición y comencé a relajarme. Me cubrió los ojos con un pañuelo, mientras me convencía de que de esa forma me concentraría mejor, y eso fue lo que hice, concentrarme en todo lo que a continuación sucedió.
Sentí como entraba en la bañera y se posicionaba justo a mi espalda estirando sus piernas en línea con las mías, tan pegado a mi que sentía su respiración en mi nuca. Comenzó a masajear mi espalda humedeciéndola antes con un gel de baño con olor a fresas, sus manos grandes pero delicadas se deslizaban lentamente por mi piel haciendo círculos con sus dedos, del cuello pasó a los hombros, bajando y subiendo lentamente por la curvatura de mi espalda, era como si sus manos tuvieran lenguaje propio y escribieran en mi piel palabras mojadas en pasión y deseo, pues esa fue la reacción que provocó en mi, un inmenso deseo… Me agarró con fuerza de las caderas y me llevó hasta su cuerpo, apretando mis nalgas contra su pene bestialmente erecto, como un cazador de tesoros, buscó bajo el agua mi sexo y de un impulso me penetró quedándose inmóvil dentro de mi, me rodeó con sus brazos y comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos, apretando mis senos con avidez a la vez que su boca mordía mi cuello ya ladeado y buscaba mis labios con ansias.
Nuestros cuerpos enfermos, calientes, rabiosos, desbocados, entraron en una vorágine de lujuria que le hizo llevar mis manos hasta uno de los bordes del jacuzzi para que me apoyara en el, su cuerpo cubrió el mió, acomodó mis nalgas a sus rodillas y volvió a penetrarme, sus manos cubrieron mis pechos apretándolos con fuerza, su lengua no paraba de lamerme los oídos mientras me susurraba palabras indecentes, a la vez que sus embestidas acrecentaban el ritmo cada vez más rápidas, salvajes y descontroladas , así, entre jadeos y gemidos su cuerpo se convulsionó cuando alcanzó un éxtasis de placer que lo dejó totalmente desvanecido. Durante unos instantes solo sentía su respiración agitada, pero enseguida reaccionó, el sonido del agua me indicó que había salido de la bañera pues yo aun seguía con la venda en los ojos, de repente me incorporó sacándome al exterior y me rodeó con una suave y esponjosa toalla secando con ella mi cuerpo, me elevó entre sus brazos como si fuera una ligera pluma y me llevó hasta la cama, me acomodó entre almohadones cubiertos también con pétalos de flores, mis manos los rozaban, y allí , expuesta a su plena voluntad se desbordó de nuevo en caricias, esta vez envueltas en un aceite de esencia de canela. Comenzó por mis pies con un suave masaje, más tarde sus manos apretaban mis tobillos subiendo lentamente por mis piernas, recreándose en el interior de mis muslos, jugaba con sus dedos alrededor de mi sexo excitadísimo, creando espirales de deseo con cada roce, alterando mis sentidos, erizando cada poro de mi piel, envolviéndolos con el aromático liquido que me estimulaba y me producía el mas intenso de los gozos; llegó hasta mis senos, con un solo dedo rodeó sus aureolas rosadas hasta llegar al pezón eréctil, el cual acariciaba sumamente despacio, con tanta delicadeza que parecía temer romperlo, yo me curvaba de placer, entonces su boca se precipito a la mía, desembocando en un torbellino de pasión, enredándonos entre la humedad de nuestras lenguas, atándonos y desatándonos por momentos para poder respirar, para no asfixiarnos en nuestro propio d
eseo.
Impulsivamente me abandonó para bajar derecho a mi sexo, dónde su lengua se hizo absolutamente dueña de la situación lamiéndolo con suma avidez, ayudado por su dedo índice se deslizó entre sus pliegues para mas tarde introducirse en el interior, mi humedad mezclada con sus fluidos acentuaban mas el grado de mi excitación, mientras él se saciaba sin descanso, yo me retorcía de goce entre suspiros y gemidos, apretando con fuerza las sabanas, mis ansias por llegar al orgasmo eran ya desmesuradas, sin apenas voz comencé a suplicarle, a implorarle que me llevara al final del trayecto, accedió a mi petición provocándome un intenso y dulce estallido de placer que me dejo totalmente exhausta.
Me quitó la venda delicadamente, las últimas luces del ocaso se colaban por el amplio ventanal bañando con un tono rojizo su figura en la penumbra, avivando aun más si cabe el brillo de sus impresionantes ojos verdes Lo que a contención seguidamente quedará guardado en nuestro recuerdo, solo puedo añadir, qué reímos, bebimos y cominos hasta empacharnos de nosotros mismos…

Mi vuelo de regreso salía a primera hora de la mañana, esta vez no viajaba sola, coincidía con los miembros de la otra empresa, embarcamos juntos, nos dieron asientos correlativos. Él estaba sentado al lado de la ventanilla, yo lo miraba aún con deseo, el reflejo del sol volvió a dar luz a sus intensos ojos verdes, me miró, y una sonrisa nos unió en la más absoluta complicidad...
Te echo de menos...


Amanteceres
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