lunes, 14 de febrero de 2011

Eau 927

Si hay algo que me Altera, es la deseosa espera en las escasas horas que me llevarán a él.
Traspasar el umbral donde me aguarda la locura de su boca precipitándose a la mía en la estrecha unión de su hambre y mi s
ed, enfrentados en un duelo de pasiones...
Allí estaba, tras la puerta, esperándome con ese deseo insaciable que le quema en el cuerpo, guardado por varios días de ausencia.
Mi entrada de felina, sigilosa, desprendiendo aroma con el movimiento insinuante de mis caderas, vestida como a el le provoca, camisa blanca ajustada y falda de tubo negra, y como siempre mis zapatos estilo Gilda, lo llevó a seguirme hasta mi, sentí su calor impregnado en su ropa traspasando la mía al Aferrarse a mi espalda, a la vez que aspiraba su ansiedad. Apoyó sus manos grandes en mis hombros y lentamente me giró hacia él. Sus ojos se clavaron en los míos descubriéndonos en la inercia de un túnel de deseos.
Delicadamente su maNo sujetó mi barbilla, en el más absoluto silencio con su dedo índice perfiló el borde de mis labios, más tarde eran los suyos los que me rozaban, absorbiendo mi aliento se precipitó a mi boca que temblaba ávida por la suya. En esos mismos instantes, fundidos entre gemidos y suspiros supe que me había hecho suya, con el pacto de su boca me dejó carente de volunTad, ya solo le pertenecía a él…
Fue desabrochando con sus manos cada botón de mi blusa, recreándose en su habilidad y mi debilidad por el roce de las mismas al sentirlas por debajo de mi ropa. Dejó mi torso al descubierto, hundió su cara en mis senos, comenzó a bEsarlos, a morderlos delicadamente, entre caricias sin prisas llegó hasta la cremallera de mi falda, la bajó y la dejo caer hasta el suelo, se arrodilló para sacarla por mis piernas, así, en esa postura comenzó a besar mis tobillos, subió muy despacio por mis piernas hasta el interior de mis muslos, alterando inevitablemente la fiesta de mi piel, posó su cara en la tela del encaje fino de mi braguita ,donde respiró los aromas del Deseo que destilaba mi sexo, encendiendo más aun si se po
día mi cuerpo entre caricias y besos.
Se incorporó con la mirada desbordada de dEseo al paso que desabrochaba el cinturón y la cremallera de su pantalón dejando al descubierto su pene en plena erección, al verlo me mordí los labios lascivamente, no hizo falta que dijera nada, yo sabia lo que quería en ese momento y descendí hasta quedarme totalmente de rodillas frente a éL, extendió sus brazos y con toda la sutileza del mundo me cogió del pelo hasta acercarme a su prominente pene que me esperaba desnudo, lo envolví con mis manos mientras mi lengua seguía la huella de su forma hasta llegar a su glande licuado en deseos, yo le miraba siguiéndolo en la agonía del placer que le proVocaba mi boca al engullir su carne blanca que destacaba en el contraste del rojo del carmín de mis labios, mientras tejía caricias con sus dEdos en los rizos de mi pelo, se deleitaba mirando la escena desde un espejo inmenso, situado a un lateral de nosotros, donde se dibuja la caRa de nuestra pasiones, donde su propio reflejo se disipaba en el humo de los suspiros, en la tormenta de mi boca que incendió su cuerpo y lo elevó a los espasmos de un intenso orgasmo. Sentí como su esencia, dulce, suave, fluía por mi Boca hundida en su sexo, llenándola por completo, me incorporé y en un beso con sabor a él lo compartimos, con prisas, excitados, él aun tembloroso , yo fuera de contrOl.

Me tumbó en el suelo y se dedicó A respirarme uno por uno los poros de mi piel curvándome de sentires y de gozos nuevos, me dejo desnuda de mi propia desnudez, en la ingravidez de su cuerpo trabada en mi pecho, en Mi vientre y en locurAs regaladas aún por descubrir…
Aunque me cueste reconoceRlo, me alimento de tu alma. Y es que contigo, nunca es suficiente…

Amanteceres
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