Allí estaba la ocasión, me esperaba en su casa, cumplía todos los requisitos, camisa de un blanco impoluto y una sonrisa que invitaba a imaginar…
Me encaminé hacia él, en silencio, sigilosa, como una fiera acecha a su presa, afilando sus colmillos, relamiéndose antes de tiempo del anhelado festín…
Cuando lo tuve frente a mi nos miramos, ninguno de los dos pronunció palabra, mis manos se dirigieron hacia su pecho, pero de repente y sin saber muy bien el porqué, las ansias y la premura por devorarlo adquirieron su total y más compleja dualidad cuando, al tocarlo, sentí la calidez de su cuerpo, la necesidad por acariciarlo, por sentir su pasión, de poseerlo pausada y lentamente. Esa sensación alteró mis ganas, convirtiéndose en el más inminente de mis deseos.
Mis dedos se deslizaron por la fina tela , hasta llegar al primero de sus botones, entonces, como si se tratara de un ritual, me inicié a desabrocharlos con suma delicadeza, hasta que su torso quedó al descubierto, mi boca comenzó a recorrerlo cubriendo su torso de suaves besos, mientras que mis manos se colaban por sus costados hasta alcanzar sus hombros, eché hacia atrás su camisa sin llegar a quitarla del todo. Seguíamos en silencio, nuestros labios se encontraban a escasos centímetros el uno del otro, las respiraciones se mezclaban dulcemente haciendo más difícil aun el aguantar la inercia de fundirnos en un beso, de un impulso me giré hacia su espalda, pegando completamente mi cuerpo al suyo, mis manos se aferraron a sus caderas, apretándolo con fuerza contra mí. El calor de mi aliento se estrellaba en su nuca, mi boca mordía delicadamente su cuello, mi lengua jugaba con el lóbulo de su oreja, su piel se estremeció, el calor de la carne y la excitación de ambos emanaban entre gemidos y susurros de placer… Retiré su camisa por completo y lo sugerí que permaneciera inmóvil por unos instantes. En un nuevo aviso le pedí que se diera la vuelta, al volverse se sorprendió gratamente, la expresión de su cara lo delató al ver toda mi ropa tirada en el suelo,yo, solo llevaba puesta su camisa... Lo miré con avidez mientras le hacia una sutil sugerencia:
-Ven… Hazme el amor o fóllame, haz conmigo lo que te apetezca, pero con una condición, hoy somos tres… Tú, yo y tu camisa… Esbozando una sonrisa maliciosa añadió: -Contigo lo quiero absolutamente todo… Hoy mandas tú. ¡Caprichosa…!
Lo que aconteció después lo dejo a la imaginación o "capricho" de todos vosotros….
16 comentarios:
Gracias por dejar ese final tan abierto a nuestra pasión.
A tus PIES
Estoy viviendo los últimos días de un breve periodo de descanso, siendo muy grato compartir contigo los sentimientos que afloran en el jardín del alma...
A mistad
S ueños
T ernura
U nión
R imas
I lusión
A legría
S onrisas
Para desearte un esplendido inicio de semana con sincero aprecio.
María del Carmen
PD/Llevo sin poder entrar a comentar ni se sabe...
Internet a veces es el amigo infiel...
Precioso relato... sensual... que tendrán las caricias y los besos que hacen olvidar otras pasiones más... yo las prefiero sin duda... Menudo regalazo Caprichosa!!!
te dejo mis caprichos en silencio solo para que vos los escuches, besos
a ver si me dices donde compran camisas algunos afortunados...
Delicioso, como siempre. Y buena elección de fotos.
Ayer por causa maliciosa, chamusqué un pelo la manga de una camisa así. Creo que sería un honor dejar que destripes una camisa tan cara en pos de semejantes arrebatos...
besos amalados
Yo también soy muy caprichosa y sobre todo en ese terreno, jajaja.
Besos y susurros cálidos cielo.
En este delicioso capricho... somos cuatro...
Te deseo pases un fin de semana lo más ameno y cálido posible!!
La próxima semana vuelvo a mi ritmo habitual...
Buscando un arco iris un día te encontré y fui agasajada con el haz de tu mirada...
Está que se pasea por las nubes de chocolate...
María del Carmen
Aunque solo sea por "capricho" consigue un amante infiel y concluye el encuentro.
En stand-bye.
Besotes
Una vestimenta muy sensual que deja abierta multiples puertas a la pasion.
Me encantan las camisas blancas.
Besos.
Lunna.
Ese capricho no esta mal siempre que que sea a dos, entre un hombre y una mujer.
un placer pasar por tu casa.
que tengas una buena semana.
El haz de luz hería la ventana, dejando sobre el parket de la habitación una luminosa franja donde danzaban las sombras alargadas de unas manos femeninas.
Al traspasar la puerta, ella le esperaba desnuda acomodada en el sillón orejero fuera del rayo de luz que linterneaba la estancia.
Al tiempo que él dejaba el maletín de trabajo en equilibrio encima del pequeño mueble bar, ella, con su mejor vestido de Eva, afianzaba en sus zapatos con aguja de pino, dejó escapar un apasionado susurro antes de besar sus labios.
-Despojate de la americana, libera el cinturón de tu cintura y desabróchate el primer botón del pantalón por encima de la bragueta antes de que tus dedos deslicen la cremallera de la bragueta. Luego, amor, Despojate de los zapatos y calcetines (odiaba hacer el amor con alguien que mantuviera sus pies enfundados en calcetines. El roce de esa tela le bajaba la libido)
La americana descansaba sobre el maletín, el cinturón del pantalón dormía al lado de los calcetines y zapatos, sus pies desnudos.
A las ordenes de sus deseos, Ella acercó sus labios a la boca de él. Sus manos, furiosamente, desprendieron el pantalón sin miramientos. Colocó sus dedos por las costuras del slip, sin dejar de besarse, sus lenguas, en laberíntico idilio, despacio, muy despacio, sintiendo como su polla crecía formando una tienda de campaña en su slip.
Notó las manos de él en sus nalgas desnudas, apretándola contra él, donde aprovechó ese acercamiento para desprender el slip y ver como su polla, inhiesta, golpeaba, en espasmos de placer, en sus muslos.
Los dedos de Él repasaron las dos hermosas razones que formaban el glúteo de su amada, hasta llegar al bancal de su herida, de su grieta semiabierta y mojada.
Las manos de Ella, ágiles en ese rectángulo de luz que iluminaba la estancia, desprendieron la camisa de su amante, rodando los pequeños botones por la oscuridad que se extendía más allá del haz de luz.
Sus bocas se unieron de nuevo, sus lenguas chapoteaban sus besos, Ella guió hasta su vulva el pene izado, fuerte y revoltoso.
Con la guía de sus dedos, el encuadre que ofrecía el rayo de luz, atravesando el ventanal, la polla de Él atravesó la grieta mojada de Ella hasta más allá de la frontera permisible, embistiendo con la misma fuerza en que Ella le despojó de su camisa.
Minutos más tarde, Él repitió el capricho que Ella le regaló al traspasar la puerta.
Wow! cuanta seduccion...
no hay palabras mas intensas que la descripción del verdadera acto sexual
la entrega absoluta entre caricias y besos.
creando gran explosión de excitación. del arte de amar y dar todo para que este momento se quede dentro de ti añorando volverse a repetir
quien encuentra su complemento sexual nunca lo debe dejar ir.
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